viernes, 5 de junio de 2009

Puño de impotencia...

10 pm, el abuelo prendió mi tele. la niña buena se sienta a verla junto con él. Un mundo, una ciudad, de luces y colores, de olores y sabores, de fiesta y diversion, se vuelve tan negra pero tan negra cuando aquellas imágenes disturban el alma. ¡No puede ser! - grita la niña muy dentro. No le queda otra que aceptar la cruda realidad que le muestra la pantalla, suspirar muy fuerte y cerrar el puño de la impotencia mientras la mente, los pies, la voz y los brazos le permiten hacer poco o nada.

¡Ya soy muy grande, legalmente lo que diga tiene muchisimo valor!, ¿pero sera cierto eso? Si alzara mi voz en medio de algun lugar diciendo que aquello me parece lo mas aberrante e injusto que vi en mi vida, que aquellos hombres armados que dicen defender el suelo donde naci en realidad defienden a una persona. Sí, a una solamente, aseguro con toda el alma que 27 millones no piensan igual que él. Que las identidades culturales son un derecho, mas aún aquellas milenarias, de cuyas manos tenemos el suelo del cual nos hemos adueñado, maltratado, resquebrajado y sacado todo el provecho para así tener en mano aquel papel asqueroso de la cual muchos vuelven centro de su vida.

papeles grabadas con el rostro de personas que ya no están, que pertenecieron a una sociedad contemporánea que quisaz lo único que hicieron fue escribir algo bonito o descubrir o coleccionar cosas que aquellos a quienes quieren quitar sus tierras hicieron y a última hora todos quedan maravillados que aquello que supuestamente descubrieron ya existio.

A la niña no le queda otra que llorar, cerrar los ojos, desear que eso no esté sucediendo y que una solución quisaz utópica sea en la brevedad del tiempo. Aquel que cada segundo que pasa no aunmenta la vida, sinó disminuye la de alguno, especialmente la de los hermanos. Los cinco dedos estan cerrados, la mente no deja de pensar. ¡Que Dolor, Que rabia! piensa en voz alta.... Las cuatro letras de lo que le queda por hacer en un mundo gobernado por tiranos: Nada.

martes, 2 de junio de 2009

Capítulo V: En las alturas...

Durante el vuelo ella rezaba, dado el caso del pánico que ella sentía alla arriba. Tenía miedo de morir jóven, con ese sentimiento de todas las mañanas. Necesitaba muchas cosas para sentirse completa. "No es mi tiempo, no lo es"- se repetia todas las dos horas que duró el vuelo hacia Arequipa.

Algún sabio de por ahí se murió preguntando: ¿Qué quieren las mujeres? - pero pensandolo bien los pensamientos y locuras tienden ser más peligrosos y con muchas consecuencias cuando una mujer es adolescente. Muchas veces los sentimientos se comparten sin medida. No se mide cuan feliz se hará al otro y cuan felices quedaremos nosotras cuando el amor se acabe. Eso no casi exactamente es lo que pasó con ella. Se olvidó de ella y el centro de su universo, el núcleo de todo era él. Sus ojos eran su vida. Su elixir para poder existiendo, y cada rato que él pasaba a su lado, ya sea aprendiendo miles de formas de hacer arroz o soltando alguna carcajada. Así era él: La hacía sonreir de la nada. La ley de la causa y el efecto, la ley de la gravedad, de atracción, todas las leyes de energía existentes eran notables y comprobadas cuando ellos estaban juntos. O al menos ella se creía así... En las alturas.


Al fin aterrizó el avion. Termino el miedo y la ansiedad, aunque sólo de aquella insignificante y pequeña ocasión comparada con la mas grande de todas.

Llegó al fin... pero solo el tiempo dirá si lo impensable ocurre, aunque ella ni pensarlo quería...

Capítulo IV: Hasta luego...

Temprano. Seis de la mañana era un horror para una jóven intranquila y dormilona,aunque no vaga ni fútil del todo, a menos que el corazón o alguna otra ocasion especial la despierte y la arranque de los brazos de morfeo tan bruscamente. Quizas ansiedad pero en este caso emoción. -¡El viaje! - decia entre su mente. La felicidad de ver a su familia luego de muchisimo tiempo, a sus tías, primos y gente le resultaba una razón mas que suficiente para levantarse. Tomar desayuno, vestirse muy glamorosa, quisaz casi como una diva. Vanidad de mujeres, típico síndrome sobre to do en chiquillas que mueren por aquella nueva chaqueta que salió en la televisión.

Llegó al Aereopuerto. Sus ojos contemplaban los cielos tan azules y claros. A la perfección de la naturaleza ante sus ojos y los albores que siempre veía todos los dias durante los pocos veinte años de su vida.

Su madre la miró entre sollozos...- Cuidate mucho mi nena- dijo. - Estaré bien madre de mis amores... No es un adiós recuerda, solo son vacaciones... Será hasta luego.

Diciendo eso, se subió al avión, contando las horas y recontando recuerdos. Sebastián era aquella parte débil de su fuerte existencia. Haber besado esos labios le habia hecho inmune a muchisimas cosas. Ya no queria amar a nadie mas que a ella misma. Quería inventar toda clase de pretextos y cosas que alejen su universo lejano, su vida paralela de él. Ya no daba para mas... ¿Pero que hacia? ¿Qué pasaba?... Se acercaba mas a él..

El avión que ella tomaba era hacia su misma puerta, figuradamente hablando. Tarde o temprano la memoria sucumbiria ante las emociones de un corazón malditamente enamorado, y la ira y el enojo se transformaria en una lágrima de aquella niña que alguna vez, con los ojos fijamente puestos le habia dicho: "Hasta luego"..