martes, 16 de agosto de 2011

El tren que iba y venia.

Es noticia el día de hoy que han encontrado, debajo de una plaza, un Sushi bar y una plaza donde hay amantes furtivos y puestos ambulantes de comida, los rieles de un tren que corría por Iquitos y algunas botellas de cerveza alemana que servían de piso para la pompa y gloria de los señores de esa época y el suelo por donde se desplazaban los mas pobres en su lucha interminable por vivir mejor.

El asunto de todo esto es que el abuelo se ha emocionado. El tren que iba  venía y costaba 20 céntimos el viaje le ha llenado de recuerdos de lugares y amigos, a cuya respuesta a si existen o no usualmente es: "oh, ya murió". Se ha acordado de los alfeñiques gigantes de diez centavos, del profesor que le hacía arrodillar en maíz cual pedagogía decadente del siglo pasado, se ha acordado de las travesuras de niñez, del cine que se ha quemado, de las calles llenas de tierra y en cuan simple era la vida en ese entonces.

La vida va y viene, y no necesariamente es un tren que marcha aunque a veces parezca serlo. No tengo reparos en pensar en que soñará mi abuelo esta noche.