lunes, 16 de marzo de 2009

Capitulo II : Súbete a mi moto

La ciudad es la hija del Sol. Siempre lo ves brillando a donde quiera que vayas. El calor intenso te abraza con ambos brazos, y el sudor corriendo por el cuerpo es cosa de todos los días. Eliana bien acostumbrada esta a ello.

Era una mañana, luego de todo el funeral y los recuerdos... estaba dispuesta a brillar aunque sea por un ratito... he ahí las máscaras temporales a las que recurrimos los seres humanos para que todo el mundo piense que estamos bien y que para adelante va todo; pero de vez en cuando para el coche y otra vez volvemos a esa página... una y otra vez...

Eliana tenia una amiga; la que consideraba una de sus mejores. La había conocido hace poco pero eran mas unidas que hermanas. Ella era Luciana.. una chica muy agradable y bella, pero lo que las unía muchisimo eran las aventuras en la moto de luciana. Eliana no podía manejar ni siquiera un triciclo, mucho peor una moto. Era tan vergonzante que su pequeña sobrina de tres años podía, ella no. La experta era luciana.

Las reglas para subirse a la moto de luciana eran breves y concisas, si Eliana no seguía ninguna de ellas, estaba obligada a ir a buscar un autobús o un taxi... aunque con excepción de que sea muy tarde. "Debes subir solo si usas pantalón, no te subas de costado, no te muevas mucho y mas que todo... no te vayas muy atrás... te puedes caer" - repetía.

Oía una y otra ves en el reproductor que tenia aquella canción que decía: You're my star (eres mi estrella). Sentía como el aire elevaba sus cabellos y como la brisa se sentía en su rostro. Ir atrás de la moto de su amiga era lo mejor. Era un momento de alegría, era un momento de paz. ponía el otro auricular en el oído de luciana y ambas cantaban fuertísimo que la gente de al lado en los semáforos rojos las miraban... algunos diciendo: ¿Quienes son estas locas? y otros con piropos y otros simplemente con cumplidos o indiferencia total.

Estar en la Universidad no era cosa de locos, al menos para ellas. El estrés y el quehacer diario agobiaban su tiempo, pero aún habia tiempo para algo más. Siempre sobraban algunas horas. Tal vez para oir música, o talvez para llorar.... Al menos para una chiquilla de 20 años que dió mucho antes de tiempo....

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