martes, 23 de noviembre de 2010

La maquina que algun día fue suya



La crisis económica ha golpeado lo profundo del corazón de mi abuelo. Impuestos hasta por el aire que respiramos o por estar parados en la calle. Más aún el hecho de ser padre en una edad muy avanzada (si, pero a la fuerza). "Quisiera estudiar medicina, cambiar de profesión para poder afrontar esta crisis. Lo que sea pero jamás político" - Dice en el lugar de Atlas, cargando todo el mundo sobre sus propios hombros en su edad avanzada.

Siempre he dicho que mi abuelo tiene corazón de fierro, pero un alma de chocolate: Demasiado dulce. Cuando niño, su primer regalo fue una cocinita de juguete, no para que prepare algo en su imaginacion furtiva infante, sino por que le daba curiosidad desarmarla y ver que habia dentro. Todo un universo en su cabecita a edad temprana ya anunciaba su vocación futura: Mecánico industrial.

En una edad en donde todos pensamos en fiestas y otras cosas, el ya tenia sus propios haberes, su propia casa y sus propios chocolates y dulces, cosas que le encantaba.Con mi abuela todos los años en su cumpleaños, buscamos hacerle herramientas de azucar: La combinacion de sus dos mundos favoritos. De él he aprendido muchisimas cosas, con él y mi abuela he recorrido algunas penumbras en la vida y he salido al lado claro de la luna con un solo abrazo de ellos dos.

Desde joven, compró sus propias cosas y sus propias herramientas, haciendo de él alguien respetable en el medio, algo así como la vieja enciclopedia que todo el mundo quiere consultar. Ya con esta crisis, y con la impotencia muchas veces para hacer algo en la fresadora o en el torno, decidio venderlos, vender la chatarra y los pedazos de metal arrinconados en el garage.

Lo encontré un dia llorando, por sus fierritos amados pero no quedaba otra: Era hora de decirles adios y con ellos a la larga trayectoria de un proyecto de vida ya casi por culminar. Sus lágrimas penetraban como un cincel en mi corazón moderno y algo esquivo a aquellos sentimientos tan fuertes que uno muchas veces prefiere poner de lado para no ser tan debil, pero me he dado cuenta que los seres humanos cuando crecemos y evitamos esos sentimientos, por mas maduros que digamos ser somos la otra cara de la moneda, el lado oscuro de la luna.

Llegó la hora de que él venda la fresadora que habia comprado en los años 40s. Todo mi corazón y mis oidos se tornaron en la frase que quizá me hizo caer al suelo un instante que cuando al ver que el señor que trajo la máquinaria para llevarselo al nuevo dueño, dijo mi abuelo: "Tenga cuidado al llevarlo, por favor no lo lastime".

Es asi como esos fierritos cobraron vida, como una máquina se convirtió de carne y hueso en algunos segundos, aunque creo que para mi abuelo ellas siempre lo eran. Todo eso es más que un recuerdo, es la vida de mi abuelito por pedazos, que encajan perfectamente. Al ver el espacio vacío era como si le hubieran quitado un brazo y una pierna, algo faltaba.

Se quedo un par de dias entre la cama y caminar las escaleras del viejo caserón para 4 personas. Mis palabras fueron escasas y entrecortadas para terminar de escribir lo que sentí luego de verlo así, pero entiendo que tengo a alguien muy especial en mis antecedentes genealógicos, ahora es el turno del nuevo dueño escribir la historia de la máquina que algun dia fue de un gran hombre como mi abuelo.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Me gusto el relato! Esos fierritos oxidados o retorcidos,que uno lo ve opacos y sin vida,para él fue toda su vida.Es apreciable que compartas ese sentimiento con tu abuelo,porque otras personas,como lo decías,de "corazón moderno" tienen a veces " corazón de fierro".

Grinder dijo...

Hola,he agregado hace un tiempo tu blog al roll, al igual que otros blogs de iquitos, nos leemos, saludos :)