viernes, 18 de junio de 2010

El año del adios


(Photo by: Christian Bendayán)

Mi abuela: "Hija, ¿no tienen sentido común de destruir esa casa, aunque sea por que sus columnas sean los rieles del tren que veía tu abuelo correr todas las mañanas antes de clase? Me quedo muda y absorta al ver como destruyen la escalera por donde yo y tu abuelo bajamos corriendo cuando dijimos "sí, acepto" ; me agarraba de las barandas para no caerme por los tacones, pero el aire que por allí corría y el amor en mis pulmones me hacía mas liviana que el viento. Todo ahora es un montoncito de tierra. Cuarenta años después yo y tu abuelo seguimos casados, pero mis otros hijos por venir, no verán la escalera, escenario del día mas feliz de mi vida. ¡Que desgracia, que forma tan abrupta de arrancar algo de la memoria de todo un pueblo, un recuerdo mío y de tu abuelo!, las hermosas pinturas, los vitrales, el espacio, el fondo y la forma. Todo reducido por un tractor que fue construido en menos tiempo que la existencia de esas paredes, columnas y rieles, y quizás no tan ameno como las ruinas debajo de sus inmensas llantas. Solo quedan los rieles al costado, las columnas en el suelo, las paredes en polvo y las puertas ya no conocen ni entradas ni salidas"

Al terminar de decirme todas estas cosas, en sentido y en figurado, la abuela suspiró al ver a la mas pequeña de sus nietas jugando con agua enjabonada y las burbujas al viento, al saber que lo que destruyeron no era una casa, era una historia, un pueblo...

Este año he perdido muchas cosas: A Saramago, a esta casa y parte de mi historia.Las lagrimas restantes de las páginas aun no escritas, se secan en el viento de una tarde de cielo rojizo al costado del Amazonas.

1 comentario:

Dylan Forrester dijo...

Es verdad que con tiempo perdemos muchas cosas: recuerdos, momentos, personas, etc., pero también recuperamos o encontramos algunas.

Saludos...